La educación financiera, como su nombre lo indica, es una disciplina que provee la información y los conocimientos sobre finanzas, manejo del dinero y productos y/o servicios financieros disponibles (tales como instrumentos de inversión), a la vez que brinda herramientas para la toma de mejores decisiones sobre los mismos. En esta nota te contamos porqué es importante, qué problemas actuales resuelve, la situación en Argentina y cuál es el desafío que asumimos desde Pagos.
Beneficios
Los beneficios de la educación financiera fueron demostrados en diversos estudios a lo largo de las últimas décadas. Uno de ellos, sobre el comportamiento financiero subóptimo, que explora la educación financiera, las influencias sociales y la economía del comportamiento, concluye que las personas con mayores niveles de educación financiera tienden a tener más ahorros, gestionar mejor sus deudas, ejercer más cuidado en la valoración de riesgos, elegir productos financieros más adecuados a sus necesidades, planificar mejor sus finanzas personales y tener mayor capacidad de negociación con las entidades financieras, entre una larga serie de habilidades desarrolladas. La educación financiera contribuye al manejo responsable del dinero e instrumentos financieros -como tarjetas de crédito-, al ahorro y consecuente cumplimiento de metas financieras, a la independencia, la libertad, la seguridad y la capacidad de ayudar a los demás mediante aportes solidarios.
Datos
Los frutos de recibir una educación que promueva el comportamiento financiero saludable superan lo meramente económico, tanto para los individuos como para las comunidades y países. Por otro lado, las desventajas de un acceso deficiente a conocimiento y herramientas financieras tienen consecuencias mucho más profundas en la sociedad. El último estudio del Observatorio de Psicología Social Aplicada (OPSA) de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires (UBA) señaló que la actual crisis político-económica tan intensamente negativa configura un panorama de severa gravedad para la salud mental de la población. Más del 65% de los participantes del estudio dijeron estar “algo o mucho peor” en cuanto a su salud mental y su perspectiva de futuro que antes de la crisis financiera actual. Mientras que el 76% del estrato social más bajo afirmó lo mismo. El 53% de los encuestados calificó como “mala” o “muy mala” su situación financiera y el 74% afirmó que la crisis económica tendrá efectos negativos muy profundos y duraderos en su vida personal. A su vez, el servicio que presenta más riesgo en cuanto a la continuidad de su pago para los participantes es el arancel de la universidad, por lo que la crisis afecta directamente en la educación de la población. El 85% de las personas que participaron en el estudio dijo que para enfrentar la crisis deberá reducir gastos y el 34% dijo que utilizará sus ahorros. El 50% de ellos afirmó que la crisis cambió mucho su perspectiva de futuro y que su vida será más dura y difícil que antes. Las palabras que aparecen con mayor frecuencia para describir el estado de ánimo frente a la crisis. Sumado a esto, una investigación reciente del American Journal of Epidemiology demostró que las situaciones financieras difíciles, tales como las deudas, la pérdida de empleo o la vivienda, pueden hacer que las personas sean 20 veces más propensas a atentar contra su vida. Los números en Argentina son alarmantes, porque la educación financiera de los ciudadanos no solo tiene un impacto positivo en su calidad de vida y salud mental, sino que es indispensable para el desarrollo equitativo del país. Mientras que la inflación se proyecta por arriba del 100% este año y que en agosto los salarios reales (privados registrados y no registrados y públicos) se redujeron un 8.9% interanual y 4.4% respecto a julio (CEEAXXI), el consumo privado subió 10,7% interanual en el segundo trimestre del año, según datos del INDEC. Según Eliana Scialabba, directora ejecutiva del Centro de Estudios Económicos Argentina XXI, los consumidores, ante la pérdida de poder de compra diario debido a la inflación, aprovechan para gastar su dinero lo más pronto posible en bienes durables o de consumo básico. Paradójicamente, ante la pérdida de poder adquisitivo debido a la inflación y la reducción de los salarios reales, los argentinos gastan más. Esto es preocupante, ya que el aumento de los gastos inmediatos implican una pérdida de capacidad de ahorro y un deterioro del consumo a futuro. Promover la educación financiera y ser una parte activa de la solución a estas problemáticas surgidas de la crisis económica ya no es opcional, es una necesidad.
Desafío
El desafío post-pandemia es hacer que cada vez más personas tengan acceso a la educación financiera, se genere una mayor cantidad de puestos de trabajo y las herramientas financieras estén al alcance de todos, para que las posibilidades de crecimiento sean la norma y no la excepción. Según un análisis de los datos brindados por la Encuesta sobre Capacidades Financieras, del Banco de Desarrollo de América Latina en 2019, en Argentina se advierten posiciones desfavorables en cuanto a planificación financiera y actitudes y conductas respecto a cuestiones financieras. En contraste, el grado de conocimiento de conceptos financieros es similar al promedio de los países analizados. Lo que significa que los argentinos conocen los conceptos, pero carecen de información sobre las herramientas para aplicarlos en la situación crítica actual. Entonces, ¿cómo podemos hacer que el conocimiento sobre conceptos, herramientas y productos financieros estén al alcance de todos? En primer lugar, brindar educación financiera en las escuelas es un buen punto de partida, desarrollando programas y políticas público-privadas que lo posibiliten. Otro punto de gran importancia es utilizar la innovación como medio para potenciar el desarrollo de las pymes, su formalización y acceso a herramientas financieras; a modo de promover la generación de empleo y crecimiento económico de las comunidades.
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